A la llegada de los españoles existía un esquema
de asentamientos humanos dispersos. Sus pobladores, dedicados al cultivo
extensivo del maíz, se veían obligados a vivir cerca de sus campos de labranza.
Existían también algunos centros ceremoniales —cabeceras religiosas y
económicas donde sólo residían gobernantes, sacerdotes y algunos nobles— adonde
acudían desde los campos los naturales durante las celebraciones religiosas,
días de mercado, pago de tributo y cuando iban a prestar servicios personales
en trabajos comunales. Ante esta situación, "los españoles pronto se
dieron cuenta de que no podían ni explotar completamente ni catequizar
efectivamente a un pueblo disperso en áreas remotas, donde evadirían el tributo
y practicarían ritos prohibidos". Resultaba necesario, en primer lugar,
congregar a los naturales alrededor de los pueblos indígenas establecidos y
luego buscar lugares propicios para otros pueblos.
A principios de la década de los treinta,
tan pronto llegaron los primeros misioneros franciscanos a Texcoco y Toluca,
que eran los centros más importantes de los valles de México y Matlatzinco, se
abocaron a organizar los asentamientos indígenas según lineamientos del virrey
Antonio de Mendoza. Las directrices del virrey marcaron los primeros poblados
en el centro de México en la década de 1540. Durante la segunda mitad del siglo
XVI hubo una tendencia a asimilar los pueblos y grupos indígenas a villas o municipios
españoles, donde fuese más fácil evangelizarlos y enseñarles a vivir en
"policía". A éstos se les llamó pueblos de "congregación",
"junta" o "policía" y, a fines del siglo XVI, se les
conoció como pueblos de "reducción", en los que se siguieron los
modelos y conceptos urbanísticos traídos de España, modificados en parte por la
tradición indígena.
La Corona siguió dos modelos para apartar
a los naturales de los españoles y de los esclavos africanos: estableció
repúblicas de indios donde se separaba a los naturales del resto de la
población, y congregó o redujo en poblaciones a los indios dispersos que
carecían de residencia fija.
Los españoles designaron cuatro
poblaciones del valle de México como ciudades, creándose una categoría urbana
superior: Tenochtitlan y Texcoco en 1543, Xochimilco en 1559 y Tacuba en 1564.
Incluso los misioneros franciscanos y dominicos reordenaron ocho centros para
la conversión de los indios fuera de la ciudad de México. Tres situados en la
ribera del lago: Coyoacán, Cuautitlán y Texcoco; otros tres en la comarca de
pueblos acolhuas: Coatepec, Tepetlaoxtoc y Otumba; y dos en las tierras de los
chalcas: Tlalmanalco y Chimalhuacán.
Los pueblos se establecían en los lugares más
convenientes de cada región, "señalándoles largos términos para sus
labranzas y dehesas y montes". En 1567 se ordenó que antes de organizarlos
se tomaran en cuenta los puntos de vista de los caciques, de las órdenes
religiosas y de los residentes de la zona para elegir el sitio adecuado a fin
de que no sufrieran daño ni agravio. Al mismo tiempo se dotaría a los pueblos
de autoridades indias y de tierras suficientes para sus actividades agrícolas,
es decir, un fundo legal. A partir de entonces no se permitió establecer
estancias de ganados de españoles ni caballerías de tierras cerca del pueblo.
En 1687 se aumentó el fundo legal a 600 varas, debiéndose medir desde la última
casa del pueblo y por "todos los cuatro vientos", y en 1695 se
estipuló que la medición se hiciera desde el centro del pueblo, que casi
siempre era la iglesia.
Al agrupar a los pobladores dispersos quedarían
tierras desocupadas donde se podrían fundar pueblos de españoles y mestizos.
Así, las tierras libres podían ser solicitadas como mercedes, pues esto no
perjudicaba a ningún natural; además, estaban sin producir, en detrimento de la
Corona y de la Colonia.
Don Luis de Velasco llegó a la Nueva España en
1550 con instrucciones precisas sobre las congregaciones. Durante su mandato, y
apoyado por los frailes, se seleccionaron los nuevos sitios para los
monasterios y se proyectaron cabeceras y pueblos de visita en el valle de
Toluca. Así se formaron las congregaciones de Capulhuac (1557), Atlapulco
(1560), Zinacantepec (1560) y Metepec (1561). Algunos pueblos se juntaron en
uno solo como sucedió con Calimaya y Tepemajalco. Estas reducciones cumplían
con los deseos del rey, quien ordenó que se dieran todas las disposiciones
necesarias para "que los indios de estas tierras que están derramados se
junten en pueblos[...] con todo cuidado e diligencia, como cosa que mucho
importa".
Fuente: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/estados/libros/edomex/html/sec_15.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario