lunes, 28 de mayo de 2012

ULISES DÍAZ JUÁREZ –COLORES Y FORMAS-





Yabel René Guadarrama Rivera
  

Colores y formas retratan la realidad, crean nuevos mundos que se plasman en un lienzo o un papel. Son imágenes que se pueden observar durante horas y horas, y cada que lo hacemos nos musitan al oído palabras nuevas que redimensionan la realidad.

Esto es lo que podemos imaginar al contemplar la obra pictórica de Ulises Díaz Juárez. Una propuesta impregnada de metáforas, que combina geometricidad, formas humanas y colores; espiritualidad que trasciende el tiempo y el espacio en una constante búsqueda del ser humano que debiese existir en este planeta; ideal que no llega a concretarse, pero queda como un sueño.

¿Surrealista o existencialista? Dualidad que caracteriza a Ulises, en donde su pensamiento y sentimientos se vislumbran cromáticamente en imágenes e historias. Imágenes que sorprenden a propios y extraños a través de trazos libres que dan forma a personajes únicos e irrepetibles.


Obra pictórica que habla por sí sola, en la que los colores, los espacios, las formas se conjugan armónicamente, con una auto –presencia que nos explica el porqué de la existencia.

Al fin docente. Díaz Juárez por medio de sus cuadros nos invita a detenernos y pensar en lo complejo de la vida y los obstáculos que se tienen que sortear para poder vivirla.

Ulises Díaz Juárez, es originario de Capulhuac, Estado de México, en donde nació un 12 de diciembre de 1968. Su labor docente la ha ejercido en las escuelas Normal de Capulhuac, Normal de Santiago Tianguistenco, Bellas Artes Capulhuac y Bellas Artes Toluca. Es licenciado en Artes plásticas carrera que cursó en esta última institución.

Su obra pictórica ha sido expuesta en forma individual y colectiva en diferentes foros de la República Mexicana y el extranjero.


sábado, 26 de mayo de 2012

EL DÍA DE MUERTOS EN MÉXICO



Yabel René Guadarrama Rivera

Desde épocas inmemoriales, la muerte en México, ha sido objeto de veneración. El Mexicano, como diría el bate López Méndez, se divierte jugando a los volados a veces con la vida y a veces con la muerte…
El origen de esta festividad es tan longevo, que en la actualidad es resultado del sincretismo que surgió con la unión de las culturas indígena y europea, a partir de la conquista de nuestro país, por parte de los españoles.
La conmemoración del día de muertos se remonta al México mesoamericano. El calendario indígena se rige por veintenas, siendo importante la denominada como Tlaxochimaco, cuyo significado es ofrenda de flores. En ella se celebraba el Micailhuitontli o fiestecita de los muertos pequeños, en la que se recordaba a los niños fallecidos. Para ello se cortaba en el monte un madero grueso o Xocotl, al que se le cantaba y bailaba, al mismo tiempo se le ofrendaba a Huitlizlopochtli formando su figura con amaranto y miel.
Posterior a esta veintena, seguía otra igualmente trascendente, Xocohuetzi o caída de los frutos, en ella la celebración correspondía a los muertos adultos o Huey Micailhuitl, durante la misma, se ofrendaba a los difuntos con ofrendas de frutos, guisos y dulces, en la ofrenda se colocaba sus vestimentas y herramientas de trabajo. Se reverenciaba en ella a Mictlantecutli y a su dualidad Mitlantcihuatl.
Los antiguos mexicanos creían que la muerte y la vida constituyen una dualidad. La muerte para ellos no era el fin de la existencia, sino el camino de transición hacia algo mejor, es decir la muerte permitiría reintegrarse al Universo de formas variadas, los guerreros que morían en el campo de batalla se convertirían en mariposa o colibrí para acompañar al sol desde su salida al ocaso. Si era una mujer la que moría en el momento del alumbramiento, se les consideraba como verdaderas guerreras, y también acompañarían al sol en el momento de su ocaso convertido en Cihuateteotzin.
Así mismo, la muerte, no representaba un propósito personal; la muerte se justificaba en el bien colectivo, la continuidad de la creación; importaba lo que pudiese pasar al mundo, no la salvación individual. Los muertos, se creía, desparecían para fundirse al aire, al fuego, al agua y a la tierra; los cuatro elementos primordiales del Universo, para devolverle a este su esencia y animarlo.
El cristianismo, y en especial la Iglesia Católica, celebra el Día de los fieles difuntos, el 2 de noviembre, esta festividad tiene por objeto el interceder ante Dios con oraciones, sacrificios y limosnas por las almas del purgatorio para que abandonen esta morada y vayan al cielo. Instituido por primera vez en los monasterios cluniacenses en el año 998, la observancia se generalizó muy pronto. Entre los campesinos europeos, el Día de Difuntos permite recuperar muchas costumbres populares pre cristianas. Asimismo, en algunos pueblos latinoamericanos en el Día de los Muertos se realizan numerosas ofrendas, especialmente de comida, bebidas y flores para complacer a los familiares difuntos y obsequiarlos con provisiones para su largo camino por el inframundo, según las creencias de las religiones prehispánicas.
En muchas comunidades agrícolas, una vez lograda la cosecha, las ceremonias de día de muertos, sirven para agradecer y despedir a nuestros antepasados que nos han acompañado en el trabajo para conseguir que sea productivo; sus almas ligeras han intercedido para que la siembra llegue a buen término.
En poblaciones grandes y en las ciudades del centro de México, los altares para los muertos se dedican a los antepasados y a las personas que han sido un ejemplo para la comunidad, siempre se hace con gusto y respeto. Una de las principales variantes de los altares urbanos, es el sentido del juego con que se presentan, así se incluyen de manera usual representaciones de la muerte a las que se les llama calacas. Las hay de todos los materiales; los artistas y artesanos populares utilizan palma carrizo, azúcar, barro, plomo, chocolate, entre otros, para presentar sus creaciones.
De igual manera en las grandes ciudades, destaca en estas fechas la representación de un drama escrito en el S. XIX por José Zorrilla: Don Juan Tenorio, costumbre que inició en 1864, año en que se desposó la puesta anual en escena de esta obra con la celebración del Día de los Difuntos. Se puede pensar que en nuestro país fueran de un orden bastante diverso las razones del éxito del Tenorio, que pronto se adoptó la costumbre española de verlo representar unido al día de muertos, en México encontró una mezcla de religiosidad y diversión.
Por otra parte es necesario destacar, que a fines de dicho silgo el célebre grabador José Guadalupe Posada, inicia la tarea de representar al pueblo oprimido y a su autoridades opresoras a través de sus conocidas claveras, las cuales circularon de mano en mano por medio de las ya legendarias hojas volantes, tal es el caso de la Calavera catrina.
Sin embargo Posada cimenta su obra en Manuel Manilla. Fue Manilla el primer grabador que se especializó en la producción periódica de calaveras, así como en publicaciones infantiles, y en la ilustración de cancioneros populares. También abrió camino diseñando portadas de libros en encuadernación rustica, produciendo grabados para carteles de espectáculos, e ilustrando textos escolares y anuncios publicitarios.
Finalmente dentro de estas tradiciones tenemos a las Calaveras literarias, de ellas podemos decir que son una composición poética que tiene como finalidad describir con agudeza un pensamiento satírico, burlesco y sarcástico, cuya temática está relacionada con la muerte. Se escriben con la intención explícita de mofarse de alguna persona famosa o de algún acontecimiento político o cultural. Esta costumbre tiene sus orígenes en la época colonial y se encuentra relacionada, vía España, con ciertas expresiones de religiosidad de la alta Edad Media, como la Danza Macabra o Danza de la Muerte.
En la época novohispana, las calaveras literarias se hallan vinculadas a la madre Matiana, a la que se atribuían profecías y epitafios que se transmitían oralmente. La censura colonial prohibió la libre circulación de las calaveras por considerarlas irreverentes. No sería sino hasta el siglo XIX que las calaveras empezaron a circular de nueva cuenta impresas. Las más antiguas aparecieron en 1849 en el periódico "El Socialista", que editaba en Guadalajara, Jalisco José Indelicato.

Bibliografía:
Yabel René. Camino a Mictlán. EPOANC. Capulhuac, México 1994.

jueves, 17 de mayo de 2012

Danza de Vaqueros de Capulhuac de Mirafuentes, Edo., de México




Texto: Yabel René Guadarrama Rivera

Llega el 24 y 25 de agosto, y con él la fiesta patronal en Capulhuac de Mirafuentes, Edo., de México. Como cada año, los habitantes católicos de esta población, habrán de rendirle culto al santo Patrono, a Sn. Bartolomé Apóstol. Por ello en el atrio del templo de la población habrá de presentarse la Danza de Vaqueros.
De ella podemos decir que, es una danza mestizo religiosa, surgida durante la época colonial, ha sido transmitida  de generación en generación a través de la tradición oral.
Originalmente se utilizó en apoyo a la evangelización y fue sumamente eficaz para difundir la verdad de la fe cristiana. En ella se conjuntan la danza y el teatro.
La estructura que hoy en día se conoce de esta danza data del siglo antepasado, S. XIX, gracias al florecimiento de las grandes haciendas en el territorio nacional.
Esta danza nos cuenta la “persecución”, “toreada”, “captura” y “matanza” de un toro, elaborado de una estructura de varas o madera y piel, que carga uno de los danzantes sobre los hombros.
El grupo de danzantes se divide en una cuadrilla compuesta por dos filas. Entre los personajes que participan en ella se establece un diálogo chusco, mientras el “toro” y el caporal escenifican la captura.
En Capulhuac, no se tiene una idea precisa del origen de esta danza. Pero algunos danzantes refieren que surgió a finales de la década de los 30’s e inicios de la década  40’s del siglo pasado, S. XX.
La cuadrilla de vaqueros sienta sus reales en el Barrio de San Isidro, antes conocido como Xola, y está integrada únicamente por danzantes del sexo masculino de distintas edades, quienes al interior de la misma representan alguno de los siguientes personajes: mayordomo, caporal y vaqueros; estos últimos se ubican en las filas de la cuadrilla  de acuerdo a las actividades que deben desempeñar al interior de la hacienda ganadera, pudiendo ser caudillo, puntero, ligerillo, cabrestero, vaquero, vaquerito, tranquero, velador, corralero, lechero, pastero y pasterillo. Por lo que podemos decir que la danza de los Vaqueros además de ser evangelizadora, muestra al espectador las distintas clases sociales de una hacienda ganadera.
Es importante resaltar que en la cuadrilla de vaqueros de Capulhuac, aparece un personaje chusco, que de aquí a sido retomado por las danzas de vaqueros de otras poblaciones del estado de México, me refiero al Terroncillo.

Las filas de danzantes son comandadas por el mayordomo y el caporal, quienes ejecutan la danza siguiendo el acorde de diversos sones que son interpretados en violín y guitarra, marcando zapateados y remates que hacen sonar en el piso las espuelas que algunos miembros de esta danza portan.
Al mismo tiempo, los personajes principales de esta tradición inician un diálogo que al espectador le da una idea de la actividad que se está representando, como en el caso de la toreada, donde participan el mayordomo, terroncillo, caporal y puntero.
Mayordomo.- Con carga mi caporal péguele bonito a ese toro.
Caporal.- Pero oiga “asté” mi mayordomo sólo una cosa le vengo a pedir, le vengo a encargar que por si acaso me llegara a matar ese torito Samolillo hijo de la vaca Mora, no me entierre en esos lugares santos, ni en tierra sagrada. Me llevaran a enterrar donde está el durazno del huesito colorado, ahí me abrirán mi “sepoltura” de cal y canto labrada, y me pondrán de cabecera la silla de mi caballo, y unos cuantos letreritos que digan: “Aquí murió este caporalito desesperadito”. ¿Qué me dices hombre, Terroncillo?
Terroncillo.- Yo le digo a usted mi caporal, que cuando se muera le pondremos cama de ofrenda, una pancita, un camotito, un tecolotito, un burro más grande que usted mi caporal.
Caporal.- Sácate de aquí hombre, Terroncillo. Y entrámela al negro becerro.
Terroncillo.- Suélteselas miedoso. (Se escenifica la toreada)
Mayordomo.- (Observando torear al caporal) ¡Con carga mi caporal, péguele con rigor a ese toro!
Caporal.- (Al terminar de torear) Está “asté” servido mi mayordomo.
Mayordomo.- ¿No lo lastimó el toro?
Caporal.- No mi mayordomo, salí con garbo, como que en esto estoy bien criado.
Mayordomo.- Una señal buena, pase a su lugar, ya usted tendrá cuidado con todos los señores vaqueros. Y ande usted en nombre de Dios con el señor puntero.
Caporal.- Señor puntero.
Puntero.- Mande usted mi caporal.
Caporal. Ya traes el rejón.
Puntero.- Ya, ya lo traigo.
Caporal.- Quiero que me hagas favor de ir asacar una vueltecita a ese torito pinto Salmolillo, hijo de la vaca Mora. Lo que si se va con mucho cuidado, porque está muy puntal, no lo vaya a revolcar y después andemos boca abajo.
Puntero.- Y si me mata el toro.
Caporal.- Muerto quedarás.
Puntero.- Tenga usted cuidado mi caporal, que también el señor puntero se ha criado entre buenos vaqueros.
Caporal.- ¡Se conoce!
Puntero.- Pero “horita” se va a comer la lengua más sabrosa.
Caporal.- ¡Échala que hace hambre!
Puntero.- ¡Y entrámelo negro becerro! (Se va a torear)
Caporal.- ¡Éntraselas. Ea torito, quieto bonito, quieto chiquito, pícale pa’ que respingue! (...)
En pocas palabras, al desarrollarse la toreada un danzante se coloca sobre los hombros un torito de armazón de madera y cartón, forrado de piel, el cual simula arremeter contra el caporal, mayordomo, vaqueros y terroncillo, que lo van toreando en forma alternada hasta que el puntero le da muerte, con ello inicia la repartición.
La repartición consiste en obsequiar al público tacos preparados con carne de res frita o azada, salsa, chiles y cebollas fritos. También obsequian bebidas preparadas, como licores y pulque curado, que tienen color rojizo, y que simula ser la sangre del toro.
En algunas ocasiones, se llegó a realizar en forma real, en el atrio del templo de San Bartolomé la matanza y preparación de un becerro, la carne ya guisada se repartía  entre los danzantes y público asistente.

A grandes rasgos, está es una de las danzas que caracterizan a los capulhuaquenses. Actualmente la danza de vaqueros en Capulhuac lucha férreamente por no desaparecer. Es importante preservarla ya que a los habitantes de esta tierra nos da una identidad cultural no sólo a nivel regional, sino también estatal y nacional, puesto que al ser una de las danzas más difundidas en el centro de la república Capulhuac es mencionado en documentos de investigación, junto con Acazulco, Ixtapan de la sal, Ocuilan y Papalotla como las poblaciones del Estado de México donde la Danza de Vaqueros sigue vigente.

Fotografías: Yabel René Guadarrama Rivera D.R.

domingo, 6 de mayo de 2012

FESTIVAL DE DANZAS 2012



La Escuela Nacional de Danza Folklórica realizará su Festival de Danzas Tradicionales en la Plaza Ángel Salas, los días 26 y 27 de mayo a partir de las 10.00 am. La entrada es libre. Se presenta la DANZA DE NEGROS SORDOS DE CAPULHUAC.